viernes, 16 de marzo de 2012

Alienarse






Hay algunos días en los que todo nos parece extraño, las cosas más cotidianas parecen de otro planeta y ni siquiera lavándote la cara con agua helado puedes despabilarte.
Te miras al espejo e incluso tú mismo te sientes extraño y no te reconoces en el reflejo de su lustrosa superficie, ves cosas en tu rostro que no recuerdas, poros, vello y arrugas que te parecen de otra persona.
Estás en la ducha y mientras recorre el agua caliente el camino que comienza en tu cabeza y el vapor envuelve el espacio como si de una mini-niebla se tratase, te llega la gran pregunta "¿qué demonios estoy haciendo con mi vida?"

Es una de tantas preguntas que te surgen en esos días que te extrañas a ti mismo y dichas preguntas no suelen tener una respuesta concreta. Miras tus manos y observas los callos y las pequeñas cicatrices que han ido acumulando a lo largo de tus experiencias, los bordes irregulares de tus uñas y los curiosos dibujos que forman las líneas y los poros de la piel, se te vienen a la mente recuerdos de manos que ya no están o que no puedes volver a tener entre las tuyas.

Esos días grises que el sol no llega a iluminar y la lluvia no termina de limpiar porque no se decide a caer, cielos plomizos que te impiden saber que momento del día es. Aunque al menos eres consciente de que tras esas nubes, siempre está brillando el sol.
Meditas tus actos, aciertos y errores por igual con aire lacónico y ensimismado, si en ese preciso momento se acabara el mundo no te importaría porque estás demasiado absorto en tus cosas. Por suerte, siempre hay un rayo de sol entre las nubes que hace que despiertes de tu duermevela y vuelvas al mundo real.


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