sábado, 24 de marzo de 2012

Extraños





Las personas que se van de su tierra a vivir a sitios lejanos, no lo suelen hacer por placer, la inmensa mayoría lo hacen por necesidad, por prosperar y encontrar una vida digna y mejor.
Es cierto que un país tiene que velar por los intereses de sus ciudadanos y sus dirigentes solucionar los problemas del propio país, pero la triste realidad es que en la práctica las cosas no son tan sencillas, sobre todo cuando hay intereses egoístas y particulares. Pero tampoco es justo desfavorecer a los hijos de tu propia tierra en favor de los extraños.

Este tema es muy curioso, porque en los países desarrollados, los más partidarios de la inmigración son los empresarios que buscan una mano de obra más barata y poder mantener unos salarios bajos perjudicando así socialmente a la mano de obra autóctona. Y esto perjudica también al país de donde sale el emigrante, porque normalmente son los que tienen más afán de superación y más nivel de preparación los que se marchan buscando un porvenir.

Todos los países se jactan de su hospitalidad y de ser amables y tolerantes, pero lo cierto es que si fuera totalmente verídico, no se crearían tantos apelativos despectivos para los emigrantes y los extraños (charnego, maqueto, sudaca, panchito, moraco…), ni tampoco se pondrían tantas pegas a la hora de facilitar un cobijo al forastero. Por otra parte, no es xenofobia o aversión a los extranjeros lo que más suelen tener las sociedades desarrolladas, sino más bien aporofobia, miedo u odio a los pobres, los intocables, los más desvalidos económicamente.

Deberíamos de tener un poco más de consideración con los forasteros, ya que cualquier día podemos ser nosotros los que tengamos que huir de nuestra tierra y sentirnos como extraterrestres en un mundo extraño y hostil.


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