Hay que ver la cantidad de gente que ha hablado sobre los
sonidos y silencios organizados de forma armoniosa, melódica y con ritmo.
Unos decían que la música es para el alma, lo que la
gimnasia para el cuerpo, otros decían que la vida sin música es un error, los más
bohemios dicen que la música es libertad…
El hecho de que la música sea algo intangible, compuesto por
vibraciones del aire, que provoque que algo se remueva en tu interior, la hace
ciertamente muy especial. Parece como si la buena música prendiera una chispa
en el alma y esta hiciera que ardiera, provocando fuego en el corazón.
Desde la antigüedad más arcaica se ha empleado en los
rituales espirituales, en toda clase de liturgia que consiga una gran cantidad
de adeptos podremos encontrar música. Parece como si su misión fuera
acondicionar el alma para hacer grandes cosas.
Y qué inútil es hablar de la música, la música no es algo que esté creado para hablar y filosofar sobre ella, está hecha para sentirla y disfrutarla como todo el arte en general. Aún así tenemos la tendencia innata de poner cotas y definir aquellas cosas que nos gustan.
La música en definitiva es una de las razones que hizo que
el hombre se irguiera para tocar el cielo y ser algo más que un animal. Sin duda alguna, como dijo Yuel-Ji: “La música es la armonía del cielo y de la tierra”.
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