Esta expresión tiene claro origen médico y nos remite a una
amputación de un miembro gangrenado o infectado, al que se le aplicaría la
cirugía eliminando toda la parte enferma y parte de la sana para erradicar
cualquier nueva expansión o brote de dicha infección. Por similitud, a esta
acción de poner fin de manera tajante a una situación que resulta incómoda o difícil
de soportar y se refiere a erradicar lo
malo en algo, proviene cuando se toman decisiones drásticas y se ataca un
problema sin miramientos, con medidas extremas y sin consentir.
Hay muchas situaciones a lo largo de nuestra vida en las que
debemos proceder sin consideración alguna para poner término a una situación
que se prolonga indefinidamente y actuar en forma expeditiva para remediar males
o conflictos, zanjar inconvenientes o dificultades.
Esta forma de actuar tan radical, a menudo nos librará de
muchos quebraderos de cabeza y nos hará la vida un poco más fácil, ya que hay
relaciones humanas que realmente son ponzoñosas y si nos andamos con medias
tintas, acabamos totalmente envenenados. No se trata de un tema de egoísmo o de
sencillo proceder, a menudo son decisiones muy duras y que cuestan mucho
esfuerzo físico y emocional llevar a cabo, pero son sacrificios necesarios ya
que si los problemas no se llegan a solucionar, pueden incluso interferir en
nuestra salud física y mental.
Cuando debemos de actuar de esta forma tan insensible, despiadada y drástica,
sin duda debemos apretar los dientes y acometer la situación con potencia y
frialdad. No podemos dejarnos influir por las debilidades y los titubeos, que
sin duda nos harán no realizar correctamente nuestra obligación para con
nosotros mismos.
Siempre es preferible soportar un gran dolor de un certero y
limpio golpe, que aguantar continuos sufrimientos agónicos producidos por el
veneno de la cobardía y la debilidad.
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