Nos hemos visto en situaciones de total impotencia, en las
que solo podemos observar como se desarrollan los acontecimientos sin poder
actuar para cambiar dichos acontecimientos.
Nos encontramos ante una película basada en hechos verídicos
y realizada en tiempo real, con actores que conocemos muy bien y proyectada
ante una barrera de incapacidad de actuación, sufrimos con estos protagonistas
y disfrutamos de sus alegrías, pero aunque para nosotros son algo mucho más allá
que "el otro a observar", no podemos intervenir por cualquier razón
de peso.
Nos vemos en contextos en los cuales solo podemos analizar
los hechos, sacar conclusiones, prever como se seguirán desarrollando los
acontecimientos y trazar algún tipo de plan para actuar en el momento que se
nos permita. Es muy importante mantener la cabeza fría y las manos ágiles, con
las piernas prestas para actuar cuando sea nuestro turno, como en un peculiar y
desagradable juego de salón en el que debemos mantenernos ausentes y pasar
desapercibidos hasta que llegue nuestro momento si es posible.
Es lo máximo que podemos hacer cuando nos toca ser
espectadores involuntarios de una obra de teatro con actores que no quieren
interpretar su desagradable papel.
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