Ahí está en lo más alto de los picos de la más escarpada
formación rocosa, señor omnipresente de todo cuanto ve y percibe, terrible
tirano devorador de quien intente llegar a su cumbre. Es el Rey de la Montaña.
Con sus tentáculos se aferrará a la cúspide que lo distingue
del resto de sencillos seres inferiores, nadie podrá despojarlo de su título
jamás, sin una feroz y catastrófica lucha para el pretendiente.
Nunca se podrá razonar con este soberano, pues él posee la
verdad absoluta y definitiva, su esencia es primitiva y su raíces llegan a lo más
profundo de los huesos de la tierra, es frío, duro, déspota, opresor e
inquebrantable como la roca de la que se alimenta y a la que está arraigado, nadie
puede escapar de su ira cuando se le contradice la única realidad existente que
él mismo define, quien osa hacerlo, solo conseguirá que sus huesos sean devorados y escupidos para que yazcan en el
valle con la miríada de osamentas de sus anteriores ofensores.
Nadie recuerda ya como este monarca llegó a coronarse en la cresta
de lo más alto, ni se recuerda si lo hizo con ayuda de alguien, el omnipotente
señor de la cima negará haber recibido ninguna ayuda jamás y de haberla
recibidos realmente, los más probable es que lo devorara como pago a su favor
una vez llegaron a la cumbre.
Desde su trono de roca legisla, juzga y ejecuta a los
infelices que se adentran en sus dominios. Ten cuidado con el Rey de la Montaña
pues solo el cielo que permitió que este monstruo ocupara su lugar, permitirá
que caiga muerto y vuelva a las oscuras profundidades de las que en algún
momento emergió.
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