Dos palabras que pueden ser sinónimos y que a su vez pueden
llegar a ser bastante contrarias. Que algo sea sencillo no implica que sea
simple y el mismo caso se da al contrario, que algo sea simple no significa que
sea sencillo por necesidad.
Sencillo se refiere además de a no tener dificultad, a las
cosas que no tienen ornamento, cosas formadas por un solo elemento o por pocos,
es algo natural y espontáneo que no busca la presunción, puede ser algo muy
estudiado ya que trata de llegar a la esencia del tema, es el espíritu del
minimalismo, las cosas sencillas suelen ser elegantes y directas, no se busca más
que un significado directo y ahí reside su fuerza. Se desechan las
complicaciones y los adornos superfluos para llegar fácilmente a nuestra comprensión,
es la modestia del talento, la humildad en el ingenio.
Las cosas simples, por otra parte, son las que no llegan a más,
son cosas sin propósito, no tiene esencia ni se detecta una razón en su
composición. Es la vagancia compuesta en acción, el hacer por obligación. Las
cosas simple no tienen un auténtico valor ni importancia, son absurdas y
carentes de inteligencia. Es algo preparado de forma rápida y sin exquisiteces,
es la mediocridad hecha obra.
Y cuando una obra se hace por sencillez o está hecha por
simpleza, somos capaces de detectarlo casi al momento, se observa en su
dedicación y autenticidad, en el esfuerzo realizado para concebir dicha obra.
Sin duda tenemos que tener cuidado al calificar la obra ajena cuando utilizamos
una de estas dos palabras.
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