En ocasiones parece que el mundo se ha dado la vuelta,
miramos a nuestro alrededor y los valores parecen cambiar de un día para otro.
Lo que un día nos enseñaron como actos loables y dignos de alabanza, algunos días
parecen carentes de valor y de lo más triviales y por otro lado justamente al
contrario, los actos que de niños nos enseñaron que eran denigrantes y faltos
de moral de un día para otro se elogian como grandes proezas, actos de
inteligencia o incluso reclamo de derechos inalienables.
Asomas la cabeza y te encuentras el mundo al revés, estás en
el polo antártico y no has podido asimilar el giro de las circunstancias, el
clima, ni a las nuevas costumbres. Pero tú sigues con tus raíces bien
arraigadas en la educación que aprendiste, en valores basados en la equidad, la
justicia, la solidaridad, la franqueza y el honor, una rara joya muy poco
apreciada por los demás, apenas usada en general y muy importante para tu propia
alma. No hay porqué preocuparse, el tiempo pone a todas las personas en su
sitio por sus acciones y no por su vana palabrería. Las modas y el tiempo en
general tiene una tendencia pendular, aunque en algún momento te parezca estar
fuera de su rango, tarde o temprano tu mundo volverá a tener el suelo bajo los
pies y el cielo sobre tu cabeza, más allá de los cambios temporales, siempre
estarán férreos e inamovibles los ideales sobre los que se han cimentado las
mejores sociedades y aunque algunas personas para sacar provecho de la confusión,
la tergiversación y la ambigüedad de sus palabras, nosotros (como pregona un
lema bastante extendido últimamente) “No olvidamos”.
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