martes, 17 de abril de 2012

¿Estás ahí?





Hay ocasiones de bloqueo mental en los que no somos capaces de reaccionar a tiempo a los estímulos, a menudo puede ser por la ansiedad y la exigencia propia de hacerlo bien, preocupaciones por otros motivos externos, por el estrés o simplemente el estado de ánimo que no acompaña.

En esos momentos es cuando necesitamos una mano amiga que nos insufle esperanza, nos de ánimo y nos pregunte si estamos bien, si estamos ahí. Si por cualquier motivo no disponemos de ese apoyo moral, es el momento de aguantar y ser fuerte, determinar que estamos distraídos y por ello no rendimos como deberíamos, calmar nuestros nervios, respirar relajados y hacer las cosas lo mejor que la circunstancia nos permita. La distracción es la primera ficha de dominó que genera una sucesión de caos en nuestros actos con terribles resultados, tanto anímicos como de consecuencias físicas. Cuando nos imponemos el deber de hacer algo, debemos concentrarnos en esa labor, eliminar todas las distracciones circundantes y dedicarnos en cuerpo y alma a hacer lo mejor que podamos nuestro cometido. En caso contrario, si las distracciones nos avasallan y no realizamos en condiciones nuestro deber, no debemos atosigarnos como si fuera lo único vital en el universo, debemos aceptar nuestro error y mejorar en la medida de lo posible. Y si el destino nos ofrece una nueva oportunidad de demostrar cuanto valemos, debemos aprovecharla aprendiendo del pasado y mejorando el presente.

Abatirnos y machacarnos por nuestros errores solo servirá para que tardemos más tiempo en mejorar, dar cuenta a los demás de nuestra inmadurez y autodestruirnos. Por esta razón debemos de levantarnos con más fuerza, asimilando las culpas y superándonos a nosotros mismos con las enseñanzas que nos han dado las equivocaciones.


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