El amor, ese sentimiento tan humano, ese concepto universal
que tanto honra el alma y tan superiores nos hace…
Lo solemos interpretar como cariño, apego y afecto a alguien
o a algo, es una emoción que ha producido grandes acciones a lo largo de la
historia y por las que se han escrito grandiosas leyendas.
Hay amores que ennoblecen y otros que, aunque evitemos
pensar en ellos, también envilecen a la persona. Creo que más que el propio
sentimiento en sí mismo, lo que puede corromper el alma del amante es el afortunado
destinatario de nuestro afecto y el fanatismo o fuerza con que procesemos dicho
sentimiento.
Se pueden amar a personas, a ideas, a cosas, a uno mismo…
El amor hacia una buena persona, no hará mejor persona, hará
que realicemos grandes gestas. El amor por la persona equivocada, nos envenenará,
realizaremos actos deshonrosos y en
definitiva nos llevará al abismo. Lo mismo ocurre con las ideas y con las
cosas.
Se puede amar al arte, pero amar la obra quizás nos deprave.
Se puede amar tu trabajo, pero el amor al dinero que genera nos corromperá. Se
puede amar la libertad, pero amar el libertinaje nos creará problemas.
Amemos con intensidad, amemos muchas cosas, amemos muchas
personas, amemos grande ideales… Dejemos que el amor devore nuestra alma y la
haga arder como apasionado fuego.
Tengamos cuidado con lo que amamos y con nuestra forma de
amar, ya que esto es la esencia de nosotros mismos.
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