viernes, 6 de abril de 2012

Peste negra





Que triste es la enfermedad, se trata de la desarmonización de un sistema, del opuesto a la salud. La enfermedad es la alteración del bienestar del estado físico, mental o social de una persona.
La percepción de la salud y la enfermedad es un tanto peculiar, ya que cada persona la percibe de una forma, una persona puede estar enferma y no sentirse como tal ya que no nota o percibe síntomas que le produzcan dolencia alguna. Pero sin embargo, pueden manifestar otros síntomas más abstractos como son los sentimientos de culpa y perdón, la necesidad de encontrarse en paz o la necesidad de consideración y apoyo.

Es en la enfermedad donde se reconoce al auténtico hermano y amigo. Es el momento en el que podemos comprobar que no nos falta la reconfortante, familiar y cálida mano que da sustento a nuestra necesidad. Las suaves pero firmes palabras de sustento que nos dan fuerza para salir del trance de malestar y luchar contra ese expansivo y devorador ente.

Los enfermos son dignos de lástima y misericordia, aunque también nos causan en ocasiones desesperación al no poder ofrecer el consuelo necesario al apesadumbrado y quejumbroso paciente. No hay que olvidar tampoco que la enfermedad es sinónimo de debilidad y es un sentimiento innato, atávico y primitivo el desprecio del sano y el fuerte frente al débil y enfermo, ya que en todas las especies animales ha ofrecido la opción de supervivencia más loable el abandonarlos. Pero nosotros no somos simples animales, somos algo más. Por ello no debemos sentir vergüenza por ese sentimiento irracional de aborrecimiento hacia el enfermo, de fobia o hipocondría frente al enfermo, debemos superarlo, no odiar al enfermo y al débil, sino a la enfermedad y a la debilidad en sí mismas y a las causas de estas, buscar soluciones en lugar de ser otro problema más frente al enfermo. Ya que de por sí, las fobias y la hipocondría no son otra cosa que más enfermedades.


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