Hoy es el primer cumpleaños de mi pequeña amiga Arya y quería
homenajearla dedicandole estas “Criatutintas”. El primer día que llegó a casa,
extrañaba todo, se ponía nerviosa y mordía a quien se le acercaba, a lo largo
de la semana fue acostumbrándose a nuestra presencia e incluso comenzó a darnos
besitos y carantoñas cuando veía que le dábamos comida y golosinas, además de
cariño y juegos.
Esta pequeña y curiosa exploradora, pasa de la total pereza
y la inactividad, a la frenética presteza de una diminuta y sigilosa asesina Ninja.
Su curiosidad y meter los bigotes en sitios equivocados, le ha costado en
ocasiones caídas y pequeños disgustos, de los que sale muy digna, levantando el
lomo, moviendo muy rápido sus pezuñitas y haciendo sus peculiares ruiditos que
recuerdan a risas. Cuando no está ensalzada en combates mortales con sus
juguetes y peluches, se dedica a investigar los rincones de cada habitación y a
hacerme pequeñas emboscadas mientras estoy sentado para que le preste atención.
Una diferenta manera que tiene de solicitar mi interés para que juegue con ella
y le haga “huronadas” es morderme y arañarme los pantalones y las zapatillas,
tirando de ellas como si quisiera o pudiera arrastrarme hacia algún sitio. Cuando
está cansada, duerme retorcida en posiciones imposibles como un muñeco roto
sobre cualquier superficie, no le importa la textura, dureza o si esa
superficie está animada, le gusta que le rasquen por el lomo y la barriga, y se
queda totalmente relajada y laxa como un trapo mojado.
Su forma de desplazamiento es demasiado peculiar, ella no
repta, ni corre, ni salta… para desplazarse ha inventado una técnica de vagueza
muy depurada que consiste en derramarse por los sitios sin importar mucho donde
cae.
Otra técnica que utiliza para amedrentar a sus posibles
enemigos, es saltar como una loca de costado, erizando su lomo y dando brincos
alrededor de sus temibles enemigos de paño para después en un ataque repentino
y letal, lanzarse contra el cuello o la articulación de alguna extremidad del
peluche, revolverse como una serpiente y finalmente caer de espaldas con un
sonoro golpe haciendo por unos instantes la muerta mientra mueve sus patas
delanteras de forma espasmódica como una nutria marina.
En definitiva, introducir en mi vida a esta noble y
revoltosa mustélida ha supuesto una fuente de alegrías y ternuras entrañables
que hace que la aprecie mucho y que hará que la recuerde por siempre.
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