Este es el estímulo básico que pone en marcha las acciones de
las forma de vida superiores, es un impulso instintivo que nos lleva a
satisfacer deseos y necesidades. El que tiene hambre siempre encuentra soluciones
para satisfacer su apetito, esta sensación nos hace ver con claridad, elucida
el pensamiento y pone el cuerpo en estado de alerta para conseguir alimento.
Sufrimos el hambre de forma voluntaria cuando nos sobra peso
y queremos tener unos correctos niveles de grasa y líquidos en el cuerpo para
así estar sanos, e incluso en algunas culturas y religiones, se pasa hambre de
forma voluntaria para purgar y estimular el cuerpo y el alma, tiene por ello
efectos positivos cuando el hambre se da en periodos cortos.
Pero cuando el hambre se da por un tiempo dilatado, solo
trae condena. El hambre es el primero de los heraldos de la destrucción, tras
ella llegan sus hermanos la enfermedad, la guerra y la muerte. Estos conceptos
no solo se deben tomar como indicios físicos y señales de la decadencia de un país,
también nos ocurren de forma interna y espiritual cuando no alimentamos la
mente y el alma de forma regular.
No es imposible llegar a un mundo sin hambre, la tierra podría
verse libre de la existencia de esta hambre forzosa. Solo deberíamos anteponer
las necesidades básicas a los egoístas intereses privados, tenemos los recursos
y las tecnologías necesarias para ello, de lo que no disponemos es de la fuerza
de voluntad colectiva necesaria, pero somos más que bestias medievales y espero
que en mil años hayamos aprendido más que en millones de años de evolución. Podemos
encontrar soluciones, somos fuertes y tenemos hambre.
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