Es complicado y molesto ajustarse a nuevos acontecimientos, salir de la
cómoda tradición cotidiana para adaptarse a los tornadizos entornos inexplorados.
Hace millones de años, unos mamíferos fueron capaces de sobreponerse a su
hostil hábitat, evolucionar y prosperar con las nuevas habilidades. Hoy somos
nosotros los que tenemos que acomodarnos mental y físicamente a las volubles circunstancias
que nos tocan.
Si de un día para otro, desapareciera toda la tecnología
digital tal y como la conocemos, si de pronto estuviéramos en una nueva Edad
Media en la que solo pudiéramos hacer uso de la tecnología mecánica y analógica,
de los motores de vapor y los engranajes… ¿seríamos totalmente capaces de
adaptarnos?
Los más fatalistas argüirán que sería una catástrofe y
provocaría más desastres en cadena que acabarían desembocando en la aniquilación
casi total de la humanidad…
Yo digo que no, que somos capaces de sobreponernos a eso y a
mucho más, somos capaces de sobreponernos a todos los desastres que existan, el
alma del ser humano, a lo largo de la historia lo ha demostrado. Somos como el
agua nos adaptamos al entorno que nos acoja, nos impregnamos, asimilamos y
disolvemos todo lo que nos encontremos en el recipiente al que nos viertan,
efervescemos ante las dificultades. Bullimos ante lo imposible. Perduraremos
ante lo que nos ocurra, es la naturaleza de la vida, es la esencia del ser
humano.
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