jueves, 12 de abril de 2012

Esbirros





Otras de las que denomino personas inferiores son los llamados secuaces. Los secundarios malvados de cualquier película cutre, los infelices que mueren en manada cuando se acercan los protagonistas, desdichados soldados que obedecen a su oscuro señor sin pensar ni rechistar. Mascotas encadenadas con ataduras de subordinación ciega listas para morder a quien sea cuando su amo se los ordene.

Lo triste de estos seres deformes y sometidos, es que en la vida real también existen. Quizás no cojean mientras bizquean y se frotan las manos como moscas cuando su amo les hacen participes de su maligno plan para que los alaben de forma menesterosa y les rían las gracias de manera porcina. Pero existen, son los mercenarios de déspota, los fanáticos del jefe que llegan a sacrificar su dignidad por congraciarse con quien les paga. Para estas personas solo existen dos cosas por las que se arrastrarán y humillarán cada vez que su patrón se lo pida, el propio miedo al amo y el dinero que este les da. Estos individuos obedecerán cualquier orden por injusta o estúpida que sea, ya que su alma ha sido forjada para someterse y servir. A menudo ni siquiera se les pagará, simplemente su dueño les ofrecerá la ilusión de la promesa de una mejoría en su vida y su estatus. Estos esclavos carecen de la fuerza de voluntad necesaria para tener una opinión diferente a la de sus pagadores y por ello se verán relegados eternamente a la esclavitud que la autoridad pertinente les imponga.

Puede parecer que los oscuros señores y dominadores de estas criaturas son más malignos y dignos de aborrecimiento, pero realmente estos capataces solo tienen poder porque sus secuaces se lo otorgan, por lo tanto en la pirámide de poder, el nivel de repugnancia es mayor mientras más abajo te encuentres en esta pirámide de obediencia.

¿Hay algún tipo de solución para estos seres descerebrados seguidores del dinero? Como en toda persona con una personalidad o mentalidad cuestionable, la solución está en la educación, la formación y la fuerza de voluntad interna de la persona que quiere prosperar.


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