Ser fuerte, aguantar todo el peso de tus responsabilidades
día a día. Con tus brazos soportar las cargas de tu vida e incluso en ocasiones
la de tus compañeros, amigos y seres queridos. Nuestra espalda debe ser ancha y
fuerte como la de un moderno Atlas para soportar el plomo del mundo.
Incluso los fuertes desfallecen en ocasiones, pero son los débiles
los que ceden ante el agotamiento. El peso de mantener una frente alta a menudo
trae consigo dolores en el cuello, como podemos comprobar muy a menudo, por lo
tanto debemos descansar, estirar y desentumecer los músculos para otra larga
marcha con nuestra honradez por bandera.
Los débiles temen el dolor, los fuertes lo aceptan y lo
convierten en un aliciente para mejorar su propia potencia. Los débiles temen
la capacidad de los fuertes, por ello intentarán envenenar las proezas de
estos. Es principalmente en la crítica destructiva y en la envidia donde podremos
encontrar el mayor síntoma de esta degradante enfermedad, es necesario extirpar
a tiempo este mal, raudamente y de forma radical en cuanto descubramos estos indicios
mórbidos para de esta forma sanar nuestra alma.
Soportar nuestro deber con una sonrisa nacida de la
satisfacción de hacer bien las cosas, avanzar en silencio con alegría en
nuestros corazones, con un feliz pensamiento que nos anima. No te preocupes, alégrate, todo saldrá bien, no hay carga con la que no puedas caminar. Eres fuerte, somos fuertes.
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