En nuestro interior hay durmiendo un pequeño diablo, un ser
sobrenatural, un diminuto espíritu que representa la fuerza creativa en su
manifestación más material, es nuestro niño interior travieso, inquieto y
revoltoso.
Este pequeño diantre no debemos tenerlo continuamente
encerrado y castigado, debemos sacarlo de paseo de vez en cuando para que con
su astucia nos ayude a salir airosos de algunas situaciones embarazosas y para
darle un poco de chispa a nuestra rutina. Debemos de ser cuidadosos al
alimentarlo, ya que no queremos que este pequeño pillo se convierta en un
gigantesco y desenfrenado tirano libertino.
Este vivaracho djinn es el que nos posa en la frente una
nueva y refrescante idea cuando estamos aburridos por el tedio, es el que nos
dice que escondamos la mano después de tirar la piedra, es el que nos incita a
hacer cosas porque serán divertidas aunque lo más sensato sea no hacerlas. Es y
debe seguir siendo un ser malicioso, que no maligno, un bromista y un
embaucador que nos alegrará el día sin perjuicios reales.
Este agudo demontre es una parte de nosotros mismos que
debemos de tener bastante entrenada, que duerma relajado pero con un sueño
ligero que le permita poner velozmente en ristre su tridente para aguijonear el
trasero del incauto de turno, ya seamos nosotros mismos o a nuestros
semejantes.
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